DOS SONETOS PARA ALICIA
(I)
Ofrendo a tus ojos estas letras,
para que sean dedos en tus mejillas
y ardan en tu pecho como estrellas.
Ideas bien sabidas, pero secretas.
Lee aparte, bondadosa y discreta,
el guajiro obsequio que te brindo,
no por infame o soez lo que te rindo,
sino por el verde monstruo y por treta.
Que no quiero haya ojos testigos
si el curvo lucero brilla en tu boca,
ni agudas lenguas que ahonden las heridas,
si burdas, desdichadas y fallidas,
revientan como el mar sobre la roca
mis palabras. ¡Oh, presagios amargos!
* * *
(II)
Envidio la suerte del felino
que se acurruca y duerme en tu regazo
y disfruta dichoso de tu abrazo,
tendido en el paraíso prístino.
Que ser minino es una grande dicha,
si en tus brazos se ve pasar la vida
y de la muerte la misma se cuida,
por disfrutar desta alegría mucha.
Y si yo fuese de Cheshire el gato,
mi eterna sonrisa vieses querida:
que al verte otro gesto no se concibe,
ni sensación sino el placer cabe
y el dardo de Eros en el pecho anida
y hasta el más necio se rinde a tu encanto.
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