25 Sept 2008

REGRESO


En el mediodía del más árido de los desiertos,
desanda su camino el león herido,
con paso trémulo y lento,
los hombros gachos, cansados,
y sus purpúreos estandartes rotos,
humillados.

Retorna con la boca espesa y con sabor a metal,
los pocos harapos sobre su cuerpo teñidos de guinda
y en las ardientes arenas de su infausta aventura,
su ultimo sueño revienta
bajo la mirada
golosa de una decena de aves.

Alza los ojos en un silente gesto de ira,
los colmillos rechinan deseando venganza,
resarcir como nunca (y jamás) la afrenta sufrida
y volver a ver el mundo con altiva mirada.

Así vuelve mi orgullo a su guarida,
a recobrar fuerzas antes de su siguiente derrota.